expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

Con la luz de tus ojos. ¡Bienvenida Ainara!

lunes, 27 de octubre de 2014

A veces, las cosas importantes en la vida no ocurren como las soñamos. Intentamos que todo sea perfecto, decidimos el cómo, el qué y el cuándo. Sin embargo, el destino, a veces caprichoso, nos demuestra una vez más que las sorpresas forman parte de nosotros.

Ainara era querida, soñada, deseada, pero ella no quiso esperar. Rompiendo planes y de una manera inesperada quiso llegar a este mundo. Amor jamás le faltaría y era cuanto necesitaba.

Diez días después de superar la fecha prevista de parto, Lorena se encontraba intranquila. Había llegado el momento y les habían citado para provocar la llegada de su pequeña. Los nervios estaban a flor de piel.
Habían pasado nueve meses de locura. Trabajos, decisiones, un embarazo y hasta se habían jurado amor eterno, aquel doce de julio. Tanto Iñaki como ella, estaban seguros y convencidos de que siempre estarían juntos, y pese a todas las adversidades, en contra de todo y luchando juntos, sabían que saldrían adelante para dar a su bebé todo lo bueno que tuviesen en sus manos.

Y allí estaban. Parecía mentira que por fin le fuesen a conocer. Había llegado el día, o ¿No?

Un médico les informó de que no había camas disponibles, por lo que tendrían que volver mas tarde o incluso al día siguiente. ¡Vaya decepción! ¿Por qué nosotros? ¡Queremos tenerla ya! 

Pero Ainara no estaba dispuesta a esperar ni un segundo más y pocas horas después, Lorena se puso de parto de manera natural. Ahora si. Ahora nada ni nadie podría estropearles el momento, porque era su día, y esta vez, ella lo había decidido.

Todo ocurrió demasiado rápido. Le pusieron oxitocina y pronto le entraron ganas de empujar. Ella se sentía fuerte, contenta, enérgica, sabía que era cuestión de horas tenerla en brazos. En poco tiempo había dilatado los diez centímetros y su cuerpo comenzó a temblar. Estaban nerviosos, era todo nuevo y los sentimientos afloraban cada vez que sus miradas se cruzaban.

Y ahí estaba él. Llevaban años juntos y se habían enfrentado a tantas cosas en los últimos meses, pero nada tan emotivo, decisivo y especial como la llegada de su pequeña. Estaban consiguiendo el sueño que siempre había imaginado, juntos, sólo eso.

Tan fuerte como su madre, en cuatro empujones Ainara llegó al mundo. No tuvo desgarros, ni puntos. Ella llegó para hacerle la vida más fácil a su mamá. Era guapa, rosada, preciosa, tierna, suave y ¡Grande! Había pesado 3,970 kg y 53,5 cm, pero parecía tan delicada.

Su piel aterciopelada rozaba el pecho de su recién estrenada mamá. Su papá les miraba emocionado por todo lo que acababa de ocurrir en aquella habitación. Una vez más se demostraron que juntos podían con todo. La felicidad no la da el dinero, la felicidad sin duda, la dan los ojos de la pequeña Ainara, que desde aquel 21 de octubre hasta el día de hoy iluminan con su azul verdoso la vida de Lorena e Iñaki.





Quiero dar las gracias a Iñaki y a Lorena por poner este momento tan mágico en mis manos. Gracias también por haberme hecho particípe del embarazo y de lo que es mejor, de poder conocer a vuestra preciosa hija. Os deseo todo lo mejor en esta nueva etapa que comenzáis. La vida, siempre recompensa a quienes lo merecen. ¡Disfrutad de vuestro momento!

1 comentario:

  1. Sin palabras me encuentro!!! Es tan tan bonito!!! Mil gracias por todo! Eres una crak, solo tu sabias como hacerlo!!!

    ResponderEliminar

Commons Attribution 4.0 International license.

Commons Attribution 4.0 International license.
Proudly designed by Mlekoshi playground