Cuando aún no eres madre, no te paras a pensarlo. Yo, en mi caso, pocas cosas las tomaba como habituales. Es decir, te surgía de repente comer fuera...¡Allá que iba!, unas cañas después del trabajo ¡Adelante! Me levanto un sábado a las once/doce de la mañana (esto no era demasiado habitual) ¡Genial! No dependías del tiempo y nadie dependía de ti.
Pero cuando eres madre, la cosa cambia, y te lo advierten. Los médicos aconsejan seguir una rutina con el pequeñ@. El primer mes, todo es un caos. Duerme más de día que de noche, come a deshora, en fin, os estáis acostumbrando uno al otro y además el bebé está conociendo todo su entorno, descubriendo lo que le rodea y a lo que debe habituarse.
Poco a poco, entramos en un proceso de normalización. Mi entrada en 'dicho lugar' comenzó cuando mi hijo tenía los dos meses. Fue entonces cuando verdaderamente comencé a ser madre, a conocerle, y creo que él también a mi. Creo que en ese preciso instante comenzó nuestro 'ritual diario'.
Yo suelo bañarle por la tarde, sobre las siete y media mas o menos. Lo ideal es encontrar ese hueco que nos permita estar en el momento 'baño' sin distracciones, dedicadas completamente a ellos. El baño no siempre calma y tranquiliza, cada bebé es un mundo. Pero lo cierto es que es ese tiempo en el que disfrutan y disfrutamos plenamente de su compañía. Es la hora de mimarles. Después de pasar un ratito al 'agua patos' podemos ofrecerles un relajante masaje con crema o aceite, haciendo hincapié en pies, deditos, manos, brazos, para favorecer la circulación sanguínea.
Aviso de antemano, que ésto no es algo que a todos guste, pero seguro que pasar esos minutos juntos compensa cualquier otro rato del día.
Con la alimentación es más difícil seguir unas pautas establecidas. Depende de si es un niño de biberón (es más sencillo marcarle sus horas ya que siempre toma las mismas cantidades) a si es de pecho. Los niños de lactancia materna comen a demanda y no siempre lo mismo. Aún así, he de decir que por el día mi pequeño ha seguido más o menos una linea (hora arriba, hora abajo). Por las noches, ¡Ay las noches! Las noches para los lactantes de pecho...es harina de otro costal.
Lo cierto es que no siempre estos hábitos pueden cumplirse. Pueden surgir imprevistos que hagan que modifiques un poco esos horarios. Yo soy de las que piensa que es importante seguir unas normas, pero sin que se convierta en algo estrictamente inamovible. Es decir, yo baño a mi bebé por la tarde, pero si algún día me ha surgido algo y lo he tenido que bañar a las nueve en lugar de a las siete, no pasa nada. Creo firmemente en la importancia que tiene el saber adaptarse. El que sólo nosotros giremos en torno a ellos, a mi no me vale. Pienso que igual de fundamental es enseñarles a que ellos también tienen que contar con nosotros. Supongo que es un 'ten con ten' paterno-filial.
Hace poco, y en distintas conversaciones con diferentes madres salía el tema del sueño. La importancia de que aprendan a dormirse solos, de los beneficios y también de los inconvenientes del colecho, en fin, todos estos temas que hace años nuestras madres jamás se cuestionaron, pero que parece que últimamente está muy de moda.
Seguro que muchos de vosotros habréis oído hablar del método Estivill. Para los que aún os preguntáis ¿Qué es esto? Os cuento. Eduard Estivill es un doctor,especialista en fisiología pediátrica, que presume de 'enseñar' a los niños de todo el mundo a dormirse solos. Comenzaré diciendo que este proceso no está recomendado para menores de seis meses, aunque realmente él mismo lo aconseja desde el minuto uno. El primer consejo que da, es que el bebé nunca ha de dormirse en la toma (como bien sabéis esto no es trabajo sencillo) y a mi parecer resulta un poco anti natura, porque debéis despertar al pequeño si esto ocurriese...(¡Angelico!). Pues bien, el quid de la cuestión se traduce en dejar al bebé en su cuna, besarle, y sin más, salir de la habitación. Como ya os imagináis, el niño al ver que su madre se aleja, empezará a protestar, y comenzará el llanto. El proceso continua cuando la madre regresa, primero cada dos minutos, luego cada cinco, cada diez, y así sucesivamente, hasta que el pequeño se da cuenta de que, aunque su mamá no está en la misma habitación, no tiene el sentimiento de abandono.
Contado así no parece tan grave, pero imaginaos este proceso durante una hora, incluso media, con un bebé llorando desconsoladamente, y con el que no puedes tener contacto físico, únicamente debe escuchar tu voz.
Yo la verdad es que no lo he usado. Primero, porque pienso que aunque no debemos caer en el error de acudir inmediatamente a nuestro bebé cada vez que gruña o llore, si tenemos que, a ciertas edades proporcionarles ese sentimiento de protección. Parece una tontería, pero hace apenas seis meses mi bebé estaba dentro de mi, sin miedo, calentito, cuidado...
Y segundo, porque pienso que dejar llorar a un niño hasta que se canse puede poner de los nervios no sólo al niño, si no también a los padres y eso, os aseguro puede resultar desesperante.
Pero, conozco quienes lo han practicado y dicen estar muy contentos, haberlo conseguido. Sus pequeños han sido capaces de aprender a dormir solos, y ahora ellos pueden también descansar plenamente.
Creo que es una elección muy personal, y tanto si decidís hacerlo como si no, es de respetar. Si lo hacéis, debéis de tener en cuenta que la constancia es fundamental, sin ella os resultará muy difícil lograrlo.
Por otro lado, el colecho. Colecho si, colecho no. Mi consejo, haced lo que vosotros consideréis. A mi, personalmente no me gusta, pero porque me paso la noche entera pendiente del pequeño. Y a mi bebé tampoco, duerme más cómodo en su cuna, así que, nosotros lo tenemos fácil. Pero si estáis dispuestos a realizarlo, debéis de saber lo positivo que resulta sobre todo los primeros meses de vida, cuando más necesitan nuestro contacto. Como inconveniente, a muchos padres les cuesta años sacar a sus hijos de su cama, por lo que su intimidad también se ve cohibida (por eso, pensadlo bien, porque los bebés son extremadamente inteligentes).
El seguir unas rutinas, unos hábitos es muy beneficioso a la hora de que el niño reconozca los horarios, sepa cuando debe comer, dormir y cuando no. Pero la realidad es que, como antes he dicho, esas normas, pueden ser susceptibles de cambios, pero aún así nuestra vida sigue marcada por horas. Horas, que desgraciadamente a los papás nos faltan en el día.
¿Cuál ha sido vuestra experiencia con el sueño?¿Qué rutinas seguís? ¿Algún valiente que nos hable del método Estivill en primera persona?
Foto: Babymoon.es |