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¿Quieres saber el sexo del bebé?

miércoles, 28 de febrero de 2018

Reconozcámoslo, cuando nos embarazamos nos puede la curiosidad de saber el sexo de nuestro bebé . ¿Será niño? ¿Será niña? ¿Qué nombre le ponemos? Al principio nos dirigimos a ellos como ‘lentejita ‘ ‘garbancito ‘ pero luego claro, lógicamente tenemos ansia de llamarle por su nombre.

El caso es que en cuanto las dos rayitas aparecen en el test de embarazo nos volvemos locas buscando  señales que nos den una pista, una simple pistita.  Que si la tripa redonda es de niña y la picuda de niño, que si es niña te pones más fea... Por eso he querido hacer un post con mi experiencia, que por supuesto no quiere decir que sea algo universal, simplemente os cuento lo que yo viví teniendo ambos sexos.

Lo primero de todo tengo que decir que los dos embarazos han sido muy similares. Siempre creía que tendría dos niños, por lo cual casi tenía asumido que Daniel ( porque era así como le hubiésemos llamado) vendría a nuestras vidas. Adriana fue toda una sorpresa.

Recuerdo que era viernes y el lunes tenía la primera eco de las doce semanas. Me miré al espejo, y le dije a mi marido: Cariño, no me digas por qué pero me veo tripa de niña. Digamos que parecía más redonda, más ancha. Él se quedó alucinando.
Ese mismo lunes tanto en la Seguridad Social como en el privado me dijeron que parecía niña.

Yo dudé como una boba hasta que Petite Adriana nació. 

Algo que me resultó distinto al embarazo de Manuel fue que las encías me sangraban, se me inflamaban y hasta me rompí un diente. Tenía la boca hipersensible.

Por otro lado, me vi guapa en ambos embarazos pero con Petite Adriana paradójicamente y contra todo pronóstico tuve la piel infinitamente mejor que cuando Manuel. Suave y brillante.

Con Manuel engordé diez u once kilos y con Adriana tan sólo ocho.

Es cierto que Petit Manuel peso 3.575 gr y Adri 2.950 gr.

A Muchas mujeres se les cae muchísimo el pelo en el embarazo y he de decir que a mí me creció. Pasé de tenerlo cortito a media melena en menos de un año.

Tanto con Manuel como con Adri tuve nauseas hasta la semana trece más o menos.

Algo que cumplió los cánones es que El Niño era más movido en la barriga que la niña. Bastante más. De hecho a él le noté en la semana dieciseis y con ella tuve que esperar a la diecinueve, que siendo la segunda es bastante tarde.

Con Adriana me tragué todo el verano, ¡Qué menudo verano de calor! Y aunque no se me hincharon las piernas me notaba más cansada. En los dos embarazos tuve ciática, con Manuel en el segundo trimestre y con Adriana en el tercero.

La verdad es que bono os decía, fueron muy muy similares. Esto demuestra que lo único que puede darnos certeza del sexo (y algunas veces ni eso) es la ecografía.

Y vosotras, ¿Qué síntomas habéis tenido distintos en el embarazo de niño y de niña? ¿Han cumplido todas las señales?

¡Feliz jueves llamamemamistas!

Cómo seguir dando pecho sin morir en el intento (Parte I)

jueves, 15 de febrero de 2018

Este post habrá a quien le haga gracia, le guste o no, pero es la pura realidad. 

Se que la lactancia para muchos es ese estado idílico donde se crea un vínculo muy especial entre madre e hijo. Ejem, ejem.

No digo que no sea un buen momento, pero jolines, me gustaría ser realista. Contar lo que nadie cuenta, que se sepa de una vez por todas que la lactancia es perfecta siempre y cuando tengas tiempo y paciencia, paciencia y tiempo. En fin.


Ya os conté que los comienzos fueron duros, pero por fin conseguí establecerla definitivamente. El caso es que cuando ya teníamos el ritmo cogido, tuve que reincorporarme al trabajo. Y, ¿Ahora qué? 


Todo el mundo me preguntaba si pensaba dar lactancia mixta, si iba a dejar el pecho... Vaya por delante que yo soy de las que piensa que la lactancia tiene su tiempo. Respeto todas las opciones pero quizá yo no aguantaría más allá del año.


Total que yo me reincorporé la semana pasada. Desde enero comencé a sacarme leche y a llenar el congelador de bolsitas para mi pequeña. Empecé a echar cuentas y necesitaba tres bibes al día. Aunque no lo creáis es mucho. Reconozco que me agobié, pero quería intentar llegar mínimo hasta los seis meses (lo que la dichosa OMS recomienda).


El caso es que la idea era sacarme leche en el trabajo. Pues allí me planté, con mi sacaleches, mi bolsa isotérmica y mis pocas ganas de ir al baño a ‘ordeñarme’ cada tres horas.


De repente, me vi metida en uno de los servicios, con todos mis bártulos a cuestas, sacándome toda la leche posible. Os aseguro que la situación es cómica cuando alguien entra  en el baño contiguo y solo se oye: güi güi güi güi... Imagino que se preguntarán qué es lo que hago. También es cierto que más de una me mira con lástima mientras lavo todos los cachivaches. No me extraña, esto es un no parar.


Pero hoy, hoy ha sido el gran día, aquel en el que pensé que se me había olvidado en casa una parte del sacaleches y he tenido que usar el método más ancestral: Las manos. Si, tal cual. No os podéis imaginar qué situación, cual vaquita desesperada, sentada en el inodoro y deseando que mi pequeña comience a probar otros alimentos ¡Por Dios! Por que si, en ese momento lo deseaba.


Ahora entiendo perfectamente a todas aquellas mamás que deciden dejar el pecho cuando se reincorporan al mundo laboral. Dar de mamar es bonito, pero con calma, sin estrés, no dentro de un servicio público.


Intentaré llegar a los seis meses pero no puedo mentir, dar de mamar así no mola. Mola llegar a casa y cogerle y darle tu misma de comer, eso sí que es genial. Aunque he aprendido a dar el pecho mientras con una mano juego al Monopoly con mi hijo mayor y con la otra repaso el email. Cosas de la bimaternidad.

Aprovechad las que tengáis la inmensa suerte de disfrutar de esas dos preciadas cosas de la vida, paciencia y tiempo. Yo paciencia intento tener pero el tiempo me puede. Ojalá los días tuviesen diez horas más, ¿Verdad? Ya os contaré cuando comencemos con el destete (visto así, ahora me da pena) jeje.


¡Feliz jueves llamamemamistas!





EL ULTIMO DIA

jueves, 8 de febrero de 2018

Cierto es que no pensaba retomar el blog hasta no volver a mi rutina, al trabajo, pero me he puesto sentimental y he dicho, ¿Por qué no? Además, estoy segura de que hay muchísimas mamás y también papás que están pasando por lo mismo que yo, y hablarlo, ayuda.

Pues si, hoy, después de una noche de gastroenteritis múltiples en mi hogar, ha sido el último día de mi baja maternal. 

Se acerca una realidad que lejos de asustarme, me inquieta. Me da una pena terrible cerrar esta etapa de mi vida. Petite Adriana ha crecido, pero no lo suficiente como sentirme aliviada, sigue siendo mi bebé.

He tenido la inmensa suerte de disfrutarle al máximo. Adriana me ha dado más en cinco meses que muchas personas en años. Me ha enseñado que cuando eres bimadre, el amor hacia los hijos no se divide, se multiplica, e incluso se eleva al cuadrado.

Adriana me ha hecho conocer gente que jamás hubiese pensado. Gente que de verdad importa, de esas personas que suman y que aportan muchísimas cosas buenas a tu vida. 

Adriana me ha enseñado a relativizar, a priorizar y a sentirme aun mas orgullosa de mi familia.

Adriana me ha abierto los ojos, me ha dado en parte, esa bofetada que necesitaba para decir, YO PUEDO.

Adriana me ha regalado largos paseos, cafés provechosos, de esos en los que crees arreglar el mundo y que sientan tan bien. Conversaciones diferentes y enriquecedoras.

Adriana me ha mostrado la maternidad desde otro punto de vista, quizá desde el lado femenino, dulce, tierno, bondadoso.

Puedo decir que he aprovechado cada milésima de segundo de su compañía, de sus sonrisas, de su piel, de su respiración.

Es posible que sólo aquellos que seáis madres o padres me entendáis, pero una tristeza inmensa hoy recorre mi cuerpo, quizá el estar pachucha es sólo una señal de lo que siento.

Por que no es suficiente. No es suficiente una baja maternal de dieciséis semanas, ni quince días de lactancia, ni cinco semanas para el padre. Las cuentas no me salen.

La OMS recomienda seis meses de lactancia materna exclusiva. Yo tengo la inmensa suerte de poder dar LME, sin embargo llevo meses congelando bolsitas para que mi hija pueda, al menos llegar al sexto mes.

Petite Adriana se ha adaptado perfectamente a la guarde y le quieren y le miman, pero aun le veo tan pequeñita, tan indefensa, aunque se que ella es fuerte y buena y eso me hace irme trabajar un poquito mas tranquila.


En fin, que no quería liarme demasiado que me quedan las últimas horas de libertad y por supuesto pienso pasarlas como hasta ahora, en familia. Pero no podía dejar de mandar todos mis ánimos y solidaridad a esas mamás y papás que se reincorporan y que comparten este sentimiento de tristeza conmigo.

Foto: llamamemama 






Commons Attribution 4.0 International license.

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