Madre mía! Aún me resulta extraño decirlo, y más aún gritarlo a los cuatro vientos.
Estás en la mejor edad...
Ahora empieza lo bueno...
Los treinta molan...
Molan? Seguro? No me engañas? Mira que no termino de creerlo...
Pues bueno, estos días he echado un ojo a estos treinta intensos años y he hecho balance.
Creo que cambiar de década obliga a hacer repaso de todo lo bueno y lo malo hasta ahora vivido.
Dios qué bien aprovechados!! He disfrutado de una infancia súper feliz, rodeada de muchos primos y mucha familia.
Mi época del colegio fue 'la caña', simple y llanamente y hoy precisamente, lo he revivido de la mano de mi Petit Manuel.
Me he enamorado y desenamorado, he conocido al amor de mi vida. He vivido fuera de España. He tenido cuatro operaciones y una vida llena de vaivenes con mis piernas, que aún arrastro. Me licencié en Periodismo. He viajado por toda Europa, New York, Australia...
He reído y llorado de felicidad. He conocido a Carlos Herrera, el que era en su momento mi comunicador preferido. Reestructuré mi carrera profesional y casi de la noche a la mañana cambié el micrófono por el Plan General de Contabilidad.
Me hipotequé y con veinticuatro años me fui a vivir con mi mejor compañero. Una vez con nuestra casa en orden, llegó el más increíble y maravilloso desorden a nuestra vida. Con veintisiete años conocí a mi Petit Manuel, el que da sentido pleno a nuestras vidas. A los pocos meses de ser madre, creí que había llegado el momento de volver a escribir y de compartir mis sentimientos con quien esté dispuesto a escuchar, así llegó mi segundo parto, Llámamemamá. He tenido la inmensa suerte de disfrutar durante veintiocho años de mis cuatro abuelos. Con veintinueve viví uno de los mejores momentos de estos últimos años, mi boda. Creo que fue un día tan tan tan mágico, que aún lo pienso y se me caen las lágrimas de emoción.
Y así a groso modo, me doy cuenta de que no cambiaría ni un segundo de estos treinta años. Porque cada día ha valido la pena. Me despierto sintiéndome afortunada de sentir, de besar, de abrazar, de respirar, de crecer, de envejecer. De llorar y de reír, de amar, de perdonar. De poder oler el verano y sentir el sol en mi cara. De beber agua fresca y de tirarme horas leyendo.
La vida son dos segundos. Dos segundos que, o los disfrutamos o nunca más los tendremos. Yo he optado por vivirlos a tope, como si fuesen los últimos y seguir dando gracias por sumar experiencia, alegría y sobre todo felicidad.
Viva la era 3.0!!!