Cuando empecé a leer blogs y artículos sobre la maternidad siempre aparecía por algún lado esta etapa.
¿Os dais cuenta de que ser padres se traduce en superar fases constantemente?
El caso es que después de los capítulos de no dormir, de lactancia, de pañales, de cólicos, aparecía uno al cual creo que personalmente estoy llegando: Los terribles dos.
Mi hijo es bueno, si, tiene mucho carácter, también. Se me olvidó comentaros que una de las etapas que más me preocupaba la hemos pasado y sin darnos apenas cuenta. Un buen día decidió no volver a mencionar el chupete y ya está. Nunca mais. Pasó a mejor vida de la noche a la mañana, así que este cambio no ha sido para nada traumático. Yo no tenía en mente quitárselo todavía, pero ya rondaba más de una idea para alejarlo de nuestra vida :)
Pero cómo iba diciendo, hace un mes entramos en esa edad 'terrorifica'. No sé si se han alineado los planetas, pero la estamos viviendo de manera intensa.
A veces pienso que hay varios factores que probablemente estén influyendo.
Por un lado, hace casi un mes que paso las tardes con él, dedicándoselas al 100% y disfrutando de su compañía. Por otro, ha estado una semana sin ir a la guardería por bronquiolitis, así que imaginaros la cantidad de ñoñería acumulada que tiene.
¿Y qué son exactamente esos terribles dos? Pues muy sencillo. Es la edad en la que empiezan a querer llamar tu atención de manera, a veces, estresante porque ya saben expresarse.
'Mamá, moto' 'mamá gusanitos' 'mamá parque' - mamá, mamá, mamá...
Y obviamente, cuando no consigue lo que quiere pataleta y al suelo a llorar.
¿Quién no ha vivido una escena, de esas melodramáticas, en las que en medio de cualquier lugar público, vuestro hijo ha decidido haceros el centro de atención?
El otro día, estábamos inmersos en una de esas rabietas inesperadas, y una pobre señora mayor se acercó: 'Bonito, pórtate bien con mamá, no llores' - Yo sé lo agradecí, pero cuando me quise dar cuenta mi hijo estaba repartiendo galletas a diestro y siniestro por lo que por poco la mujer casi nota de cerca uno de esos revés de mi buen hijo.
Mi marido dice que paciencia. Mi madre que ánimo, hay que pasarlo. Y a mi, a veces, me dan ganas de llorar cuando se pone así, porque siento que físicamente no puedo con él. Cierto es, que luego es buen niño, y dulce, pero las dichosas rabietas me estresan.
El sábado pasado asistimos a Juvenalia. Para quienes no lo conozcáis, todos los años en el IFEMA se celebra esta feria dedicada a los más peques y no tan peques.
Talleres de danza, psicomotricidad, arte, diversión, todo concentrado en dos amplios pabellones. Allí tuve el placer de asistir a una charla personalizada de la mano de Laura y Alicia, psicopedagogas de APRENDERT. La ponencia iba sobre la gestión del control de los padres sobre los hijos, a lo que deribó en las famosas rabietas.
La verdad es que como sabéis, la teoría es muy bonita y parece sencilla, pero la práctica es más complicado. Muchos son los factores que condicionan nuestras reacciones.
Nuestro humor no es igual cuando estamos de vacaciones que cuando llevamos el día trabajando y llegamos agotados a casa. Por lo cual, nuestra paciencia también disminuye considerablemente.
Ellas me explicaban que no es necesario repetir las cosas veinte veces porque de sobra nos han oído, pero ¿A qué es irremediable? Yo creo que está muy bien asistir a clases, charlas, leer libros, pero la realidad es otra.
¿Os acordáis que os comentaba que me estaba leyendo el libro 'Aprender a educar'?
Pues ahí lo tengo, en la estantería, cogiendo polvo. Creo que no lo voy a intentar más. Voy a ser franca, me aburre muchísimo. Cuenta pequeñas historias, reacciones de padres y aconseja cómo mejorar nuestra gestión de un conflicto, pero me aburre. Es siempre lo mismo. Hablar calmado, no repetirse, razonar, cosas muy bonitas pero que de verdad creo que nadie lleva a cabo porque repito, es sencilla la teoría pero la práctica se aleja mucho de lo que cuenta. Es más, estoy completamente segura de que la propia escritora en más de una ocasión habrá perdido los nervios cual madre humana.
Y vosotros, ¿Habéis sufrido ya las terribles rabietas?¿Cómo las gestionáis?
Hola guapa! pues yo he descubierto que lo mejor es dejar que se calme solita... si estamos en casa, vete a tu cama y que se te pase, o que se quede tirada en el suelo. Y si estamos en la calle, pues a su lado pero sin siquiera mirarla... así que ya he perdido la vergüenza con ese tipo de situaciones y trato de ir sin prisas porque de lo contrario me estreso yo y se estresa ella... he de confesar que lo que llevo peor es cuando la peque se coge alguna rabieta y estamos con su padre, porque él se estresa y me toca lidiar con los dos...
ResponderEliminarHola guapa!! Yo vergüenza ya ni la conozco 😰 . Hace unos días me montó un numerito en el súper y la cajera me decía... Estos niños qué vergüenza hacen pasar. Yo le dije: Ninguna. Quién es madre o padre te entiende a la perfección. Lo único es que acabas agotado física y mentalmente.
EliminarBesos guapa y gracias!
Yo estoy igual que tu en esta etapa linda...deja que se calme solo que de otra forma te enojas porque el berrinche va en aumento y nada mejora. Son etapas, eso sí no le complazcas todo que luego se creerá que de esta forma lo consigue y las seguirá haciendo saludos linda gracias por compartir
ResponderEliminarHola guapa! La verdad es que es lo que intento hacer. Le dejo llorar... Si estamos en casa me da más igual pero cuando toca en la calle... Ahí es cuando peor se pasa. Espero que esta etapa pase pronto porque a veces desespera. Muchísimas gracias por tus consejos!
EliminarBesos!!